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Los libros viejos están degradados y liberan moléculas aromáticas como el benzaldehído que tiene un aroma parecido a la almendra, la vainilina, que huele a vainilla, el etilbenceno y el tolueno, que le dan un toque dulce, o el 2-etil hexanol de aroma ligeramente floral. Hay una molécula que aumenta su concentración en los libros cuanto más antiguos son. Es el furfural, también huele a almendras, y es más abundante en los páginas hechas de algodón o de lino, que en las de celulosa. Se utiliza para datar la edad de los libros.Las páginas de los libros antiguos se vuelven amarillas con el tiempo. Tiene que ver con la lignina, una molécula típica de la madera, que se descompone en ácidos que degradan la celulosa. Las páginas de los libros actuales contienen menos cantidad de este compuesto químico precisamente para evitar el deterioro de los volúmenes. En una visita podremos sentir el efecto de los aromas de los libros con los químicos y hormonas que brotan de nuestros cuerpos, serotonina, oxitocina, dopamina y endorfinas para un coctel que nos llevará a un estado de relax absoluto y duradero.